“Esperamos que estos pilotos y estas reflexiones sean parte de una política universal que en un futuro próximo venga a garantizarle a todos los chilenos y chilenas que enfrentan una situación de dependencia y de vulnerabilidad, que van a recibir el apoyo necesario, que los cuidadores no van a quedar solos y que como Estado transformaremos esto en una política pública con el apoyo firme de las comunidades”, expresó la alcaldesa Tohá durante su intervención.
El 17% de los habitantes de Santiago son adultos mayores, de los cuales un 63% son mujeres, siendo la segunda comuna con mayor envejecimiento de población. En Santiago, a través de programas como Santiago Vive Sano, se ha protegido a la vejez y se ha prestado apoyo a los cuidadores de personas postradas. La labor de quienes cuidan de estos pacientes, que muchas veces son familiares o gente más joven, merece además de reconocimiento, que se les protega y se les apoye mediante una red de beneficios a su favor. Estas personas, realizan un trabajo admirable, que debe ser balanceado con un bienestar propio.
Actualmente, la salud, más que depender de un doctor o de medicamentos, depende de nuestra calidad de vida, de nuestros hábitos, y cómo nos preparamos en las distintas etapas adoptando costumbres saludables, y en el caso de la vejez teniendo un envejecimiento activo. La labor de cuidadores es una tarea muchas veces realizada en el más absoluto silencio, socialmente muy poco valorada, pero que para el que cuida es necesario contar con una calidad de vida apta para continuar cuidando y continuar con su vida.
A partir de esta realidad es que se llevó a cabo esta mañana en el Círculo Español, el seminario “Dependencia, cronicidad y atención sociosanitaria: lecciones y desafíos”, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo; la Universidad Central de Catalunya, la Fundación Sociosanitaria de Manresa en conjunto con la Municipalidad de Santiago.
Durante la bienvenida, la alcaldesa de la comuna expresó las siguientes ideas: “Una mayor esperanza de vida también viene acompañado de una potencial vulnerabilidad. Pasa esto en un país enormemente desigual, y hay dos grandes víctimas en esta situación: la persona que necesita de cuidados y no los está recibiendo adecuadamente y la persona que asume de cuidador improvisado que no ha recibido el apoyo para desarrollar esa labor y que además renuncia a muchos otros ámbitos de su vida por dedicarse a esto, y en eso esta persona también se enferma, se deprime, se aisla de la sociedad. Este tema, en un país donde la solidaridad debiera ser uno de nuestros principales estandartes, no puede quedar relegado en un rincón y es una responsabilidad como sociedad el tener políticas públicas adecuadas para ellos”.