Antigua Calle Real de la Cañadilla
Conocida como “Camino de Chile” o “Camino del Inca”, ruta abierta por los naturales con bajada de la Cordillera Central hasta Putaendo, seguía al sur dejando al poniente el cerro que los españoles llamaron Pan de Azúcar, por su figura. Continuaba hasta llegar a una extensa curva al este para topar con el Valle del Mapuche, lugar que habitaba el poderoso cacique Huechuraba, que dio su nombre a un cerrito donde Inés de Suárez levantó una ermita en la cumbre a Nuestra Señora de Montserrat.
A principios del siglo XVII, el “Camino de Chile” era el más usado por los forasteros y peregrinos que iban a la ermita del cerro de Montserrat (actual Cerro Blanco).
Su posterior nombre, “Cañada de la Chimba”, tuvo su origen en el brazo de un río que se extendía por el lugar. Después, en el siglo XVIII, un nuevo aspecto hizo que cambiara su nombre por el de “Cañadilla”, como la bautizó el pueblo.
Así pasó a convertirse en Camino Real y en paso obligado del comercio colonial que venía desde Buenos Aires y Cádiz por vía Cordillera, o que iba a Lima y a Chacras por Valparaíso.
Desde la construcción del Puente de Cal y Canto, esta calle se convirtió en senda obligatoria de quienes iban de paseo, yendo por la Cañadilla y volviendo a la ciudad por la Recoleta Franciscana.
Esta calle fue consagrada por tres obispos que habitaron el barrio: Manuel Alday, Francisco de Borja José de Marán y José Antonio Martínez de Aldunate.
A Francisco de Borja se le debe la construcción de la Iglesia La Estampa, nombre que dio el pueblo a la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, iniciada el 26 de septiembre de 1805 y terminada el 21 de marzo de 1814.
La importancia de esta calle radica en que fue el camino de ingreso para los Incas y el camino de regreso para los soldados del Ejército Libertador después de la Batalla de Chacabuco. De ahí proviene su nombre actual, por el grito de “Independencia”, sobre el antiquísimo Camino de Chile.